‘Oleg y las raras artes’, documental ganador del Festival Punto de Vista

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El periódico El Mundo subía el otro día un vídeo curioso en su versión digital: en una sala con gradas llenas de gente se proyectaba en una pantalla la filmación de un hombre tocando el piano, mientras la música flotaba. Sentado en las escaleras, en lugar de en una butaca, estaba el mismo hombre que se veía en la pantalla, concentrado en escuchar la música que interpretaba él mismo. En un momento dado una limpiadora salió a pasar una mopa por el escenario, entonces el hombre se levantó, tomó él mismo la mopa y comenzó a desplazarse con ella al ritmo de la música.

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Los arquetipos son modelos originales, patrones de ideas o conceptos, en ese momento ese hombre podría ser una personificación del arquetipo del Loco del Tarot, vestido de manera desmadejada con una llamativa boina se movía siguiendo su instinto, sin importarle la mirada de los demás, porque su propia mirada era interior.

Ese hombre es el pianista ruso Oleg Karavaichuchuk, sobre el que el cineasta español-venezolano Andrés Duque acaba de presentar el documental Oleg y las Raras Artes, en el Festival Punto de Vista de Pamplona, que el jurado ha premiado por su “innovadora, coherente y sensible aproximación al retrato de un artista”.

La fascinación de Duque por Oleg surgió al escuchar la banda sonora de la película rusa El Largo Adiós de Kira Muratova, investigó y vio videos en internet de Oleg tocando el piano con una bolsa o un almohadón en la cabeza, otros en los que tocaba tumbado. Lo persiguió durante dos años buscando un encuentro hasta que un día accedió a hablar con él y con la persona que lo acompañaba porque se dio la curiosa casualidad de que los tres iban vestidos de azul. A veces los criterios del arquetipo del loco no son del todo comprensibles para el resto de la humanidad. A partir de ahí entre Oleg y Duque hubo una larga serie de encuentros, nunca sencillos y un primer viaje a España, previo al que realizan ahora para presentar el corto y para realizar un espectáculo de improvisación junto al bailarín y coreógrafo español Javier Martín que se estrenará en abril tanto en Rusia como en España y se titula Symptoma.

Oleg Karavaichuck es un compositor de música ruso, que ahora tiene 88 años. A los 7 años tocó ante Stalin, que lo consideró un genio, Oleg niño intercedió por sus padres para que no fueran deportados a los campos de trabajo a donde se enviaba a los disidentes políticos, lo consiguió pero el precio fue ser silenciado durante más de 40 años, prácticamente hasta los 1980, en sus palabras “me prohibieron actuar porque cuando lo hice el público sintió mi música, casi entró en coma”.

Oleg se mueve, habla, gesticula y de repente se queda absorto. En su primer viaje a España Duque lo llevó al museo del Prado para que viera la obra de uno de sus artistas más admirados, El Bosco, de hecho en uno de sus primeros encuentros Oleg le mostró una figura diminuta del Jardín de las Delicias, hay que conocer muy bien la obra para tenerla tan presente, se trata de un hombre sin sexo colgado boca abajo, Oleg le dijo “este soy yo”. Duque buscó tirar por esa línea, hablar del Bosco ligarlo a su imagen pero no fue posible. “El colgado” es otro arquetipo del tarot, el que habla de un tiempo de espera, de contemplar la existencia de otra manera, esperar paciente a que la idea llegue, ¿era quizás eso lo que Oleg quería decir?

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Oleg tiene sus propios criterios, eso está claro, por ejemplo elige si un espacio le gusta o no por la acústica, desde una habitación de hotel hasta una sala de conciertos “la acústica es una contemplación mutua entre el cielo y la tierra” dice. Más de 200 películas soviéticas llevan una banda sonora compuesta por él, como no le dejaban dar conciertos se dedicó al cine y lo curioso es que componía sobre la marcha, sin haber visionado previamente la película, y es que mantiene “yo no improviso, dejo que la música fluya entera en mi cabeza y luego la interpreto” y cualquiera que haya tenido la suerte de verlo actuar sabe que es así.

Oleg es el único artista que tiene un privilegio especial, el de poder tocar el piano que perteneció a los zares, uno de los pocos restos de su existencia, que se encuentra en el Hermitage de San Petersburgo, ahí acude cada día y toca durante unas 6 horas.

Oleg Karavaichuchk es un hombre peculiar, un genio y todo esto podemos verlo en el documental de Pedro Duque, pero ojo que nadie espere una narración visual al uso, como no podía ser de otra manera Duque quiere presentarnos a la persona, su arte, su genio, Duque quiere acercarse a esa chispa que brota de su mirada, a su esencia, a su alma y para ello nos introduce en retazos de su existencia y de su genialidad.

La obra se podrá ver en Centros Culturales de Madrid, Barcelona y Bilbao y también en museos.

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Ana Rebón

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